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Al planeta no le salen las cuentas si cada año agotamos los recursos. Ese desequilibrio denunciado por la ciencia es una preocupación compartida. Estamos llamados a adoptar la sostenibilidad como guía y a cambiar la forma de gestionar lo social, lo económico y lo ambiental, a vivir según los ritmos y límites del planeta. La sostenibilidad no puede ser un término de moda.

Toca repensar la forma en que vivimos, nos movemos y vestimos, pero sobre todo nuestra forma de producir y consumir, basada en una economía lineal, de adquirir, usar y tirar. Por último, es clave que el proceso se mida sobre criterios de transparencia, de forma que no sea utilizado para  ‘greenwashing’

¿Qué significa el término de sostenibilidad?

La sostenibilidad se basa en el principio de asegurar las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las generaciones futuras, siempre sin renunciar a la protección del medioambiente, el crecimiento económico y el desarrollo social.

Una de las palancas para aupar la sostenibilidad y ubicarla definitivamente en la agenda pública fue la Cumbre del Clima (COP27). La cita extendió la invitación a instituciones, gobiernos y empresas, que, coincidiendo con la cumbre, aprovecharon para acercar posturas o hacer públicos sus avances. El apoyo de los países desarrollados a los emergentes fue uno de los temas clave en las negociaciones de la COP27.

Otro de los grandes revulsivos hacia la sostenibilidad ha sido el descontento contra el sistema lineal de utilizar y desechar, capitalizado por el movimiento social de jóvenes que llamaban al cambio. El icono de esta revolución es Greta Thunberg. “Seremos recordados como la generación que no hizo nada mientras la tierra ardía. Hay que llegar a 2025 con el objetivo de carbono neutral”, aseguró António Guterres, secretario general de la ONU. Y aunque ahora la ciencia lo hace inminente, el cambio hace tiempo que es urgente.

Pero en este punto no hay excusas, al menos desde la aprobación del Pacto Verde Europeo (European Green Deal) y, a su calor, con la batería normativa redactada por el Ministerio para la Transición Ecológica, como los proyectos de ley de economía circular (España Circular 2030) y de cambio climático (PLCCTE).

La regulación es lo más importante, no hay confianza si no la hay. De ahí que se están estableciendo estándares y que se trabaje por sectores, con objetivos para 2050 y revisables anualmente apunta Joaquín Garralda, decano de ordenación académica del IE Business School y especialista en Responsabilidad Social Corporativa (RSC).